Introducción
Estimados lectoras y lectores:
A menudo, las personas que padecen alopecia hereditaria u ocasionada por un trauma sufren considerablemente, lo que las lleva a buscar de forma intensiva una solución a su problema. En esa búsqueda se debe tener siempre en cuenta que todos los procedimientos médicos para remediar la pérdida de cabello conllevan algún riesgo para el paciente. En este contexto, todos los cirujanos y profesionales médicos que ofrecen servicios de estas características deberían considerar su obligación el explicar concienzudamente a todos sus pacientes estos riesgos.
Por desgracia, en mis investigaciones online constato una y otra vez que no pocos proveedores rehúsan esta responsabilidad. Esto lleva a que algunos pacientes que sufren de alopecia se sometan aún hoy en día a tratamientos dudosos. Estos tratamientos se presentan como rápidos, económicos y duraderos, especialmente en el caso de la implantación de cabello artificial. No obstante, éste es un método que puede suscitar complicaciones rápidas y muy serias cuyo tratamiento subsiguiente puede requerir mucho tiempo y dinero. En el peor de los casos, el adjetivo duradero podría aplicarse tan solo a los daños que puede causar una implantación de cabello artificial.
Si bien es cierto que el número de proveedores que ofrecen implantaciones de cabello artificial ha disminuido considerablemente en los últimos años, en mi opinión perduran demasiados proveedores poco serios que intentan seducir a los clientes con “chollos” y que, por desgracia, a menudo lo consiguen. En mi experiencia, estos pacientes se acaban convirtiendo en clientes de nuestra clínica, ya que las implantaciones de cabello artificial a menudo les ocasionan daños catastróficos. Por esta razón deseo sensibilizarles con este artículo acerca de este tipo de tratamiento y animarles a que pidan una segunda opinión acerca del tratamiento de su alopecia.
Les deseo una lectura entretenida.
Atentamente,
Angela Lehmann
¿Qué es una implantación de cabello artificial y cómo se realiza?
Una implantación de cabello artificial es un procedimiento de tratamiento estético-quirúrgico que se emplea en personas que sufren de alopecia. Como procedimiento, la implantación de cabello artificial no cifra mucha importancia en la causa de la alopecia. Los que ofrecen este servicio afirman poder tratar con él tanto la alopecia generada por heridas o traumas como la alopecia androgenética, la forma natural de la alopecia. Como puede deducirse de su nombre, en lugar de cabello restante del paciente, como hago yo en mi procedimiento de autotransplante capilar, esta técnica implanta cabello artificial, que se puede escoger en función de su largo, color y textura. El cabello artificial no es necesariamente cabello de plástico. Existe cabello artificial que se realiza a partir de polímeros de plástico, y también otro de origen “natural”. Desde el punto de vista sanitario y médico, la procedencia del cabello artificial es secundaria. No obstante, la procedencia del cabello artificial se usa a menudo en el marketing. Así, encontramos en internet algunas ofertas que hablan de “cabello artificial ecológico”, aunque no se entiende muy bien qué puede tener de “ecológico” un material plástico.
Aparte de esto, lo que tienen en común muchos de los más importantes productores de cabello artificial es que cubren sus productos con colágeno. El colágeno es una proteína que está presente en el cuerpo humano y que regula, entre otras cosas, la elasticidad de la piel. El colágeno que recubre el cabello artificial debería ayudar a una mejor implantación y a que la herida producida al implantarlo se cure más rápido. Puesto que los fabricantes conocen los riesgos de estas intervenciones, el cabello artificial presenta además iones de plata en el anclaje de las fibras artificiales, ya que éstos tienen un efecto antimicrobiano y previenen las infecciones. Un material habitual para la producción de cabello artificial es el tereftalato de polibutileno, que al parecer tiene una gran resistencia mecánica. Además, se dice que este material se podría utilizar en las suturas quirúrgicas sin reabsorción, como por ejemplo en la cirugía vascular.
Como el cabello de verdad, el cabello artificial consiste en un tallo largo. En el extremo que se implanta en la piel se encuentra un pequeño gancho que permitirá el anclaje del cabello en el cuero cabelludo. Además, el cabello artificial debe ser resistente a los químicos que usamos cotidianamente y al calor del secador.
Los que ofrecen implantaciones de cabello artificial dicen en sus páginas web que este procedimiento se realiza con anestesia local de manera parecida al autotrasplante de cabello. La implantación se realiza con un aparato especial que realiza una incisión en la piel e introduce en ella el cabello artificial. Los cabellos se implantan uno a uno, produciendo cada vez una incisión con un diámetro de aproximadamente 0,3 milímetros.
Una vez que el cabello artificial se ha introducido en la piel, el cuerpo trata de cerrar la incisión enviando células sanas para llenarlo con tejidos conectores. El nuevo tejido conector cubre el gancho del cabello artificial, consiguiendo una mayor fijación al cuero cabelludo.
En cuanto a los cuidados posteriores, no se nos ofrece mucha información. Aparentemente, debería ser posible dar forma al cabello artificial como se hace con el auténtico, secarlo con secador o modelarlo. Algunos admiten que puede darse una pérdida inevitable de hasta el 20% de los cabellos implantados por año. No obstante, este tipo de información aparece solo en casos puntuales; no podemos saber tampoco hasta qué punto estas clínicas podrían ser más honestas en una consulta informativa con el paciente.
Como ya se ha dicho, los que ofrecen este tipo de trasplante no tienen ningún reparo en adornar sus servicios con palabras floridas. Así, usan a menudo expresiones como “individualizado”, “visible de inmediato”, “natural”, “estético”, y también “rápido”, “sencillo” e “indoloro”. Estas expresiones claramente diluyen el carácter médico de la intervención y hacen pensar al lector de este tipo de ofertas que el tratamiento es algo así como una visita al peluquero. Lo más llamativo de estas ofertas es que se hace referencia constantemente a una “excelente relación calidad-precio”. Precisamente por esto es importante ser extremamente cautelosos, ya que una de las principales reglas de la economía es que si varios proveedores de un servicio hacen una guerra de precios, la calidad del servicio tiene que verse menoscabada por fuerza. Los proveedores serios de servicios o tratamientos médicos jamás utilizarían el precio como argumento de venta, ya que para ellos el bienestar del paciente es la prioridad absoluta y ésta no se puede expresar monetariamente.
Ésta no es la única razón por la que debería posicionarse muy críticamente frente a un trasplante de cabello artificial. Hay otros motivos que indico a continuación.
¿Por qué no debería elegir una implantación de cabello artificial?
Como ya he mencionado, una implantación de cabello artificial supone una invasión permanente del cuerpo y por esa razón tienen que mantenerse las mismas precauciones que con cualquier otro tipo de intervención médica.
La idea de reemplazar cabello perdido mediante cabello artificial es relativamente antigua. Por ejemplo, la patente de un artilugio que implantaba en el cuero cabelludo cabellos artificiales que quedaban fijados mediante minúsculos ganchos, como se ha descrito anteriormente, se remonta al año 1976 (Número de patente US 4103365 A). Todavía más sorprendente puede resultar que la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense prohibiese ya en el año 1983 la implantación de cabello artificial en Estados Unidos. Esta prohibición se consigna en la sección 895.101 del Código 21 de las normas federales de la FDA. La FDA justifica esta medida por los riesgos de enfermedades o heridas causados por los cabellos artificial debidos a la falta de compatibilidad biológica y su falta de consonancia con las exigencias fijadas para productos médicos. Más allá de esto, según la FDA, este tipo de implantes sería un fraude (textualmente: fraud), ya que el procedimiento estaría relacionado con la divulgación engañosa de informaciones falsas en cuanto a la eficacia del tratamiento, información insuficiente acerca de los riesgos de un trasplante de cabello artificial y además no sería de utilidad para la salud pública. En 2004, y pese a que en los 20 años entre ambas fechas se habían realizado grandes avances en la implantación de cabellos artificiales, la FDA reiteró todos estos argumentos. Por otra parte hay que decir también que muchas otras autoridades sanitarias del mundo no comparten esta reticencia y que en estos países los trasplantes de cabellos artificiales están permitidos. Sobre este tema volveremos más adelante.
Poca durabilidad
Una de las principales razones para mostrarse escéptico frente a los trasplantes de cabello artificial es el hecho de que un tratamiento único no le va a proporcionar una solución duradera. Por ejemplo, si nos fijamos en las cifras que proporcionan quienes ofrecen estos servicios, vemos que cada año se pierden del 10 al 20 por ciento de los implantes artificiales. Esto quiere decir que el efecto del tratamiento quedaría completamente anulado entre cinco y diez años más tarde.
No obstante, podría ser más realista contar con cuotas de caída más altas que las mencionadas por los proveedores de este servicio. Los médicos que llevan a cabo restauraciones posteriores a una implantación de cabello artificial afirman que más bien estaríamos hablando de un porcentaje de entre el 20 y el 50 por ciento anuales (Imagawa, 2010). Además, tampoco hay razón para asumir que la pérdida del cabello artificial se vaya a producir uniformemente. Lo que sucede es que las personas prefieren apoyarse sobre uno u otro lado para dormir, o se rascan más a menudo una parte de la cabeza que la otra. Por tanto, en diferentes zonas existen diferentes fuerzas que actúan sobre los cabellos artificiales, lo que puede llevar a que los cabellos se caigan de manera distinta en diferentes zonas.
Lo único que parece duradero de estas implantaciones de cabellos artificiales es el lucro de quienes las realizan, puesto que la pérdida de los cabellos artificiales se menciona en la misma oferta del servicio, lo que hace posible fidelizar a una clientela para posteriores implantaciones, siempre y cuando los clientes estén dispuestos a ello.
Uso dudoso de los iones de plata
Tal y como se ha mencionado al principio, los iones de plata con los que se enganchan los implantes tienen un efecto antimicrobiano y evitan infecciones en las incisiones. En teoría esto puede parecer plausible, pero en la práctica no es tan sencillo. Es cierto que los iones de plata en pequeñas concentraciones son antibacterianos y antifúngicos. Esto se debe a que los iones de plata reaccionan con ciertos grupos funcionales de las proteínas de estos organismos, desactivándolos. No obstante, este efecto solo se produce en un uso externo de los iones de plata. Por esta razón se emplean en cremas, lociones o jabones. Si los iones de plata se introducen en el cuerpo, como en el caso de los implantes artificiales, es bastante poco probable que se produzca este efecto antimicrobiano. Además de que estos organismos no se encuentran per se bajo la piel en un cuerpo sano; todo lo más pueden acabar ahí a través de la incisión, hay que tener en cuenta que el paciente ofrece a los iones de plata más proteínas propias de su cuerpo como objetivo que microbios se podrían encontrar en la zona. El efecto de los iones de plata debe ser considerado por tanto dudoso, cuando no directamente engañoso.
En este caso podemos remitirnos también a la FDA estadounidense, que en 1999 instauró un procedimiento oficial para la controlar y regular la publicidad de complementos alimentarios con contenido en iones de plata debido al riesgo sanitario de efectos secundarios, así como por falta de pruebas acerca de sus efectos positivos.
Falta de compatibilidad biológica
Apesar de que los implantes de cabello artificial se han mejorado desde su patente original, su implantación produce un problema importante e inevitable: el organismo los identifica como un cuerpo extraño y reacciona rechazándolos.
Durante un autotrasplante de cabello, tal y como los realizo en mi clínica, este problema no se presenta, puesto que lo único que se hace es implantar células de un lugar a otro del organismo. El cuerpo del paciente las reconoce como un tejido del propio cuerpo, de forma que no se produce una reacción de rechazo. La cosa es diferente cuando se trata de tejidos de otros organismos o materiales artificiales, ya que en estos casos siempre se produce algún tipo de rechazo (no obstante, éste no se produce de forma idéntica al rechazo de un órgano tras un trasplante, por ejemplo).
En el caso de los cabellos artificiales biológicos o semibiológicos existen peligros específicos por el potencial alergógeno de los implantes. Las reacciones del organismo pueden ir desde una leve infección aguda a una grave infección crónica o incluso producir una necrosis de las células de la zona del implante por la reacción inmunológica. Este potencial alergógeno puede ser menor en el caso de los implantes sintéticos, pero también se producen reacciones alérgicas.
Infecciones e inflamaciones
No obstante, el principal problema de los implantes de cabello artificial no reside forzosamente, como se ha dicho al principio, en el material empleado. Se trata más bien de un problema estructural: al introducir el cabello artificial en el cuero cabelludo se produce una herida que queda abierta al exterior.
Incluso si los proveedores de este servicio afirman que el cabello artificial está realizado con el mismo material que el hilo de suturar que se emplea en los quirófanos cada día, no se debe olvidar que una sutura en el abdomen está aislada porque se encuentra en el interior y en una persona sana no se dan microbios en el abdomen, ya que esto acarrearía enfermedades importantes. En el caso del cabello artificial, lo que sucede es que la herida no consigue cicatrizar debido al cabello artificial implantado y por lo tanto, siempre hay un acceso abierto desde el exterior. Éste actúa como puerta de entrada para bacterias y otros microbios, que pueden desatar reacciones de inflamación que van mucho más allá del potencial alergógeno del propio cabello artificial. Esto tiene que llevar por fuerza a una infección, ya que las condiciones de la cabeza suponen un entorno ideal para estos patógenos. Cuando se lava el cabello artificial se crea entre los cabellos una enorme humedad ambiental, aunque sea por poco tiempo; el calor corporal que emana la cabeza contribuye a crear condiciones de cultivo ideales. La consecuencia de estas heridas abiertas son infecciones con todos sus efectos indeseables. Además de inflamaciones pueden darse incluso tumefacciones. Debido a la reacción inmunológica constante en el cuero cabelludo, se pueden producir necrosis que dañen las terminaciones nerviosas del cuero cabelludo, lo que a su vez llevaría a una pérdida de sensibilidad completa en las regiones afectadas. También pueden formarse cicatrices, ya que el cuerpo reemplaza el tejido necrótico, es decir, muerto, con tejido conjuntivo no específico. Otro problema es la comezón, nada desdeñable, causada por infecciones e inflamaciones. Al rascarse se somete a un estrés mecánico a los cabellos artificiales y al cabello propio restante, de forma que este también puede sufrir daños permanentes, con consecuencias estéticas nefastas. Además, pueden formarse otras heridas que contribuyan al proceso infeccioso y al deterioro de los tejidos.
El paciente acaba en un círculo vicioso, del que sólo se puede salir mediante un tratamiento médico adicional. En algunas descripciones de casos clínicos se explica, por ejemplo, que los pacientes con una implantación de cabello artificial fallida deben tomar antibióticos hasta que la infección se haya reducido en cierta medida antes de poder llevar a cabo ningún otro tratamiento. En cuanto al aspecto estético, ni se piensa en esto en un primer momento, ya que debe establecerse un régimen terapéutico para remediar las afecciones agudas antes de poder pensar en la restauración estética de las áreas afectadas.
Consecuencias para el tratamiento posterior
Todo esto tiene consecuencias graves para el tratamiento subsiguiente. En primer lugar, la antibiosis debe mantenerse hasta que no se pueda detectar ninguna infección. Después es necesario ocuparse de forma intensiva del paciente.
Algunos afectados quedan tan traumatizados con la experiencia sufrida que prefieren hacerse retirar los implantes. Por experiencia sé que este proceso es muy desagradable tanto para el profesional como para el paciente, ya que pese a los efectos secundarios descritos, muchos de los implantes artificiales están fuertemente ligados al tejido del cuero cabelludo y no es posible retirarlos más que mediante un fuerte tirón con un instrumento específico. Esto puede ocasionar nuevas heridas que dificultan el tratamiento subsiguiente.
No obstante, también se describen casos en los que el paciente, después de haberse hecho retirar el cabello artificial, se plantea colocarse nuevos implantes. Esto podría deberse a que se sienten tan atraídos por el efecto óptico inmediato de un implante que han olvidado ya las complicaciones y consecuencias. Otros pacientes prefieren conservar los implantes artificiales que les han quedado y combinarlos con un autotransplante capilar. Los centros que ofrecen implantaciones de cabello artificial a menudo ofrecen también estos tratamientos combinados, pero tiene que tenerse en cuenta que la menor infección posterior del cabello artificial puede transmitirse a los propios folículos capilares implantados y causar más daños. También hay pacientes que, después de la experiencia, prefieren recuperar su estado original previo a la implantación de cabello artificial, ya que han perdido la confianza en cualquier tratamiento médico para la restauración capilar.
En estos momentos, es importante tener mucha sensibilidad. No es responsable obligar o forzar a los pacientes para seguir un tratamiento posterior, pero sí es necesario explicarles claramente que una nueva implantación de cabello artificial puede tener consecuencias todavía más catastróficas para su aspecto externo de las causadas por la implantación anterior. En los peores casos el cuero cabelludo y el cabello propio restante quedan tan dañados que ya no resulta posible realizar una restauración capilar quirúrgica y se hace necesario emplear pelucas y peluquines.
Por lo tanto: Más información y mejor protección del paciente
Toda intervención médica conlleva riesgos y peligros para el paciente. Esto vale tanto para los tratamientos curativos como para los paliativos, y en los institutos médicos se ha establecido una práctica informativa bien reglamentada. Estar bien informados acerca de los riesgos posibles es especialmente importante en el ámbito de la cirugía estética y plástica, ya que no todas las intervenciones se realizan por prescripción médica. En el momento en el que la no intervención no supone ninguna amenaza para la salud física o psíquica, los riesgos y oportunidades que conlleva la intervención deben ser evaluados con especial cuidado. Muchos de los que ofrecen este servicio de forma poco seria parecen olvidar estas precauciones en aras de un lucro rápido, de forma que todavía se llevan a cabo demasiados implantes de cabello artificial. Los pacientes que han sufrido las consecuencias negativas de un tratamiento así a menudo acuden después a nuestra clínica y se les da tratamiento en la medida de lo posible.
Teniendo en cuenta el conocimiento científico actual, la experiencia de las autoridades con este tipo de tratamientos y mi propia experiencia profesional, me parece catastrófico que la implantación de cabello artificial siga siendo un tratamiento aceptado por las autoridades competentes en la materia en muchos países y esté permitido. Fundamentalmente, la tarea de estas autoridades debería ser procurar un control más estricto de las prácticas de trabajo y no permitir tratamientos semejantes, como ya hizo la FDA hace casi 35 años en Estados Unidos.
Allí donde las autoridades fracasan, los médicos y profesionales serios tienen todavía una mayor obligación de explicar el proceso de forma responsable a los pacientes y protegerlos. Muchas veces parece que un precio económico y un tratamiento rápido tengan un mayor atractivo para los pacientes que la información clara y concienzuda. Esto no es culpa de los pacientes, sino de aquellos que practican métodos dudosos pese a los riesgos considerables y conocidos y las consecuencias negativas de los mismos. Aquí es donde los profesionales responsables tienen que llevar a cabo una política informativa para proteger a los pacientes de los tratamientos nocivos y falsas promesas de aquellos que ofrecen estos servicios.