Prólogo

Queridos lectores y lectoras:

A la cabellera humana siempre se le ha atribuido una gran importancia social y cultural. Por esta razón, adeptos de diferentes religiones y miembros de diferentes castas siempre se preocuparon mucho por expresar su estatus sociocultural a través de los cabellos, llevándolos de forma que fueran visibles para otros. Si bien es cierto que hoy en día el peinado no es tan importante a la hora de adscribir a alguien a un grupo social determinado, no hay que olvidar que prácticamente todos los seres humanos tienen en cuenta el aspecto de sus cabellos a la hora de evaluar su propio aspecto físico. Por lo tanto el cabello, que antes servía para definir nuestro estatus social, influye hoy principalmente en nuestra autopercepción desde una perspectiva estética, siendo por tanto importante para el individuo y su bienestar. Por esta razón, no es de extrañar que una pérdida de cabello descontrolada y posiblemente causada por una enfermedad (alopecia) pueda resultar un gran problema para los que la padecen. Es por ello que la Humanidad empezó a preocuparse por cómo detener este proceso o incluso revertirlo desde antes incluso de la aparición de las Ciencias modernas. En este contexto se han desarrollado numerosos mitos a lo largo de los años en torno a las causas de la alopecia y a cómo se la puede combatir.

En el siguiente artículo hemos recopilado una selección de mitos y leyendas en torno a la caída del cabello. Algunos de ellos resultan a veces incluso divertidos, si bien puestos en práctica podrían ser dañinos y en parte peligrosos. Por lo tanto, no olviden por favor mientras leen el artículo que las siguientes causas de y remedios contra la alopecia solo resultan divertidas de forma anecdótica; lo principal es tener en cuenta que se trata de mitos y leyendas con una base histórica que no tratan de animar a nadie a imitarlas.

Una vez aclarado esto, les deseamos una lectura entretenida.

Atentamente

Angela Lehmann

Mitos acerca de las causas de la alopecia

El siguiente capítulo contiene mitos formados en torno a las causas de la alopecia. Como podrán observar, estos no superan un escrutinio conforme a los preceptos científicos actuales. Por lo tanto, quedan excluidos como causa posible de una alopecia.

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Emociones negativas y melancolía

Desde hace mucho se creía observar, casi con certeza, que la alopecia aparecía de la mano de emociones negativas o melancolía en el sujeto afectado, y que por lo tanto, estas debían ser la causa de la misma. Por esa razón se creía que las personas que sufrieran a menudo de mal humor o pesadumbre estaban más expuestas al riesgo de padecerla.

Desde el punto de vista actual, no resulta nada fácil encontrar argumentos en contra de este mito, puesto que la observación parece efectivamente ser acertada. Incluso demasiado acertada, quizás, desde el punto de vista estadístico, puesto que toda persona sufre en algún momento a lo largo de su vida de tristeza o abatimiento, de manera irremediable. Una de las causas de ello podría ser, por ejemplo, un golpe desfavorable del destino o una desgracia. No obstante, los científicos no han observado una mayor incidencia de alopecia repentina en personas que hayan sufrido una desgracia. Algo así debería quedar patente durante una guerra, pero hasta el momento no se ha descrito ningún fenómeno semejante. Por tanto, no parece existir una relación causal entre la vivencia de una desgracia y la alopecia.

¿Qué sucede en cambio cuando se analizan cuadros clínicos que se caracterizan precisamente por una sensación de desgracia subjetiva importante, aunque no exista necesariamente una razón objetiva para ello? Desde el punto de vista médico, las depresiones podrían ser una enfermedad, con su característico sufrimiento. Tampoco en este caso se puede identificar desde un enfoque científico una mayor incidencia de la alopecia entre personas que sufren de depresión, de forma que estas emociones negativas tampoco desencadenarían una pérdida del cabello. En aras del rigor científico es necesario formular una reflexión más, ya que existe una enfermedad íntimamente relacionada con la depresión y que sí va de la mano de la pérdida de cabello, concretamente la tricotilomanía; las personas afectadas por este trastorno sufren el impulso de arrancarse cabellos. Esta enfermedad a menudo aparece junto con la depresión, pero también resulta evidente que no es lo mismo arrancarse los cabellos que perderlos.

En resumen, los sentimientos negativos o el sufrimiento subjetivo no pueden conducir a la pérdida de cabello. A la hora de relacionar la calidad de vida subjetiva con la alopecia, la relación causa efecto es diferente, desde el punto de vista científico: no es una menor calidad de vida la que causa la alopecia, sino que es la alopecia la que disminuye la calidad de vida.

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Grandes esfuerzos mentales o físicos

Alo largo de la Historia resulta frecuente que se asocien grandes esfuerzos mentales o físicos por parte de una persona a su alopecia. Hay que decir que el abanico conceptual cubierto por mental y físico es bastante amplio: por una parte, podría hacerse referencia a una meditación constante, o a la resolución de grandes tareas intelectuales, lo cual ilustra el tópico de que la gente que piensa mucho tiene menos pelo. También se usa la expresión para tirarse de los pelos cuando se habla de un problema particularmente difícil de resolver. Por otra parte, también se culpa a una vida sexual desenfrenada y agotadora por la pérdida de cabello.

En el primer caso, el del esfuerzo intelectual, sucede lo mismo que con los sentimientos negativos: nadie se libra de tener que esforzarse intelectualmente en un momento u otro de su vida, y de esa manera, parece intuitivo que una tarea que se desarrolla de forma casi exclusiva en la cabeza, pudiera tener su efecto más indeseable en la transformación del aspecto de dicha parte del cuerpo. A esto se añade además que en general se representa a las personas pensantes sentadas y que, cuando no tienen una mano sobre un papel ante ellos o sosteniendo una pluma, suelen estar tocándose la frente o las sienes, lo cual vendría a reforzar esta relación causal. No obstante, en este caso también es cierto que no hay ninguna prueba empírica de que el pensar y la resolución de problemas causen alopecia; si así fuera, nos encontraríamos con muchos estudiantes calvos justo antes de los exámenes importantes. Tampoco podemos dejar de mencionar lo siguiente: de la misma forma que en el caso de las depresiones, puede suceder que aquellas personas que pasan un tiempo inusual pensando puedan olvidarse de mantener una alimentación equilibrada, o puedan perder el apetito. Esto puede conducir a una escasez en nutrientes importantes, y una alimentación deficitaria a lo largo de un periodo prolongado puede, a su vez, conducir a una pérdida de cabello.

La cosa es un poco diferente cuando se atribuye a una vida sexual desenfrenada la causa de la alopecia. Aquí no estaríamos relacionando el esfuerzo físico excesivo con un riesgo de alopecia. En esta suposición resuena más bien el hecho de que una persona con una vida sexual semejante suele cambiar a menudo de tener pareja sexual. Y de hecho, hay pruebas históricas de que existe una relación científica entre la alopecia y el cambio constante de pareja: en otros tiempos, la sífilis era la enfermedad de transmisión sexual más frecuente. Se trata de una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Treponema pallidum que se puede contagiar mediante el contacto de las mucosas, entre otras formas de transmisión. La sífilis tiene cuatro estadios, y en muchos casos, el segundo o el tercer estadio de la enfermedad lleva a la pérdida del cabello (Alopecia syphilitica), que se manifiesta como una alopecia en pequeñas ronchas, semejantes a apolilladuras, principalmente en los laterales y la parte trasera de la cabeza. Durante el siglo XX consiguió frenarse el avance de esta enfermedad en casi todo el mundo, gracias a la existencia de mejores métodos de profilaxis y antibióticos más eficaces en la lucha contra el patógeno. Por esta razón y, aunque no debería excluirse una infección de sífilis en el caso de una alopecia idiopática súbita, la sífilis es una causa muy secundaria para la alopecia. Además, en el caso de una infección sifilítica aparecen otros síntomas adicionales y molestos para el afectado que se manifiestan mucho antes de lo que puede llegar a desarrollarse una alopecia sifilítica.

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Parásitos y comensales

Desde que los investigadores cuentan con microscopios y otros instrumentos que les permiten ampliar objetos y seres pequeños y minúsculos, la Humanidad no deja de sorprenderse ante la cantidad y variedad de los microorganismos que viven con ella y sobre todo, sobre ella. Algunos de estos microorganismos se identificaron rápidamente como patógenos o parásitos, puesto que causan molestias concretas. Otros, en cambio, permanecieron mucho tiempo en el anonimato, dado que no llamaban nuestra atención. A estos inquilinos de convivencia discreta se les designa hoy como comensales.

No pasó mucho tiempo hasta que se pensó haber encontrado una nueva causa para la alopecia: la especie Trychophyton spp. Se trata de un grupo de hongos que colonizan la piel y uñas humanas y que pueden causar enfermedades de la piel. Si el cuero cabelludo se ve afectado por una infección, esta puede llevar a una Tinea capitis, o tiña de la cabeza. Para sobrevivir, este hongo parasitario avanza desde el cuero cabelludo al cabello y se alimenta de la queratina (principal componente del cabello) de este. Los cabellos afectados se vuelven ásperos y se quiebran poco por encima del cuero cabelludo al mínimo movimiento. Las personas afectadas por esta enfermedad muestran áreas claramente delimitadas de cuero cabelludo sin cabellos (lo que históricamente se conocía como Alopecia celsi). Este tipo de problemas se pueden solucionar mediante champús anti hongos y antimicóticos corrientes, de forma que esta forma de alopecia resulta reversible.

Además, aproximadamente el 70 % de los seres humanos conviven con ácaros del cabello (Demodex spp.). Este tipo de ácaro suele ser parasitario de la mayor parte de especies mamíferas, pero en el ser humano aparece solo como comensal. No obstante, ni los ácaros ni el hongo mencionado tienen que estar directamente relacionados con la pérdida de cabello, ya que esta depende de varios factores. Lo más importante es el sistema inmunitario de la persona, y la influencia de otras enfermedades infecciosas, de la dieta, del nivel de estrés cotidiano y otros, que son factores más influyentes que la presencia de hongos o ácaros.

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Alopecia por uso de tocados

Un mito más moderno en torno a la alopecia es el de que el uso prolongado y continuo de tocados de todo tipo puede llevar a una pérdida del cabello. Para sostener este argumento a menudo se dice que un tocado ajustado afectaría negativamente a la microcirculación del cuero cabelludo y con ello afectaría negativamente a la llegada de oxígeno y nutrientes a los folículos pilosos, causando su deterioro a largo plazo.

Ante esto se puede objetar que el abastecimiento en oxígeno y nutrientes de las raíces capilares queda cubierto por la circulación sanguínea y que llevar un tocado del tipo que sea (dentro de un uso normal) no puede llevar a una interrupción de la microcirculación.

Una forma específica de este mito es la evocada por los hombres jóvenes que acaban de terminar el servicio militar. Se muestran preocupados por una posible pérdida de cabello, que atribuyen al uso de casco durante la instrucción militar. Este es un caso especial puesto que estos jóvenes se encuentran al final de su pubertad y el nivel de hormonas en su sangre se está estabilizando (ver el párrafo siguiente). En algunos casos, la estabilización del nivel de hormonas puede venir acompañado del comienzo de una alopecia (androgenética). Puesto que el fin de la instrucción militar, de la misma forma que el fin del uso prolongado del casco, coincide con el comienzo de la alopecia, a menudo se llega a la conclusión de que el casco es responsable también por la caída del cabello. Pero no es así, la causa es la estabilización del nivel hormonal al final de la pubertad.

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¿Por qué aparece realmente la alopecia?

Después de haber dedicado los últimos tres apartados a los mitos y su posible vínculo con la realidad, ahora hablaremos de por qué se da realmente la alopecia.

La respuesta tiene, como es habitual, muchos aspectos. Los medicamentos y una alimentación poco sana pueden ser responsables, así como la formación de cicatrices tras un accidente, quemadura o abrasión. Los cambios hormonales con la edad o el embarazo, así como los causados por la menopausia, pueden ser también la causa de una alopecia. Por lo tanto, la causa debe dilucidarse siempre de manera individualizada a través de los factores conocidos.

La forma más frecuente de alopecia, no obstante, es la alopecia androgenética. Esta forma de alopecia puede afectar a lo largo de su vida a todo tipo de persona, ya que es hereditaria. La alopecia androgenética se origina en una hipersensibilidad de los folículos pilosos al derivado hormonal dihidrotestosterona. Puesto que esta hormona aparece también en el cuero cabelludo, puede entrar en contacto con los folículos pilosos y acortar las fases de crecimiento del cabello, provocando su pérdida. En última instancia se atrofia también el folículo afectado.

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Mitos acerca del tratamiento de la alopecia

Hay tantos mitos en torno a las causas de la alopecia como en torno a la mejor forma de combatirla. Los mitos más frecuentes los discutiremos a continuación. Una vez más, estas medidas les parecerán graciosas o extrañas, lo cual no es involuntario. No obstante, tengan en cuenta que ninguna de las medidas que mencionamos a continuación sirve para detener una alopecia y menos para recuperar el cabello perdido. En el peor de los casos, algunos de estos métodos pueden ser incluso perjudiciales para la salud.

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Aceites y grasas

Los métodos más antiguos para el tratamiento de la caída del cabello se basan en la utilización de aceites y grasas. Estos se aplican mediante masajes, se extienden o se ponen en contacto con los cabellos (restantes) o el cuero cabelludo de cualquier otra forma y supuestamente refuerzan el cabello o su base. El hecho de que se recomiende el tratamiento de la alopecia mediante aceites y grasas no se debe atribuir a un éxito especial en su uso, sino a que estas sustancias son los productos naturales más antiguos en la historia de la cultura utilizados por el ser humano para su higiene corporal.

En primer lugar, sucede que los aceites y grasas no pueden tener efectos fisiológicos sobre los cabellos, ya que la parte visible del cabello no está viva y no dispone de ningún tipo de metabolismo. Por esta razón, una grasa aplicada sobre el cabello no puede tener ningún efecto sobre el mismo. No obstante, este mito se mantiene porque un pelo que parece vivo brilla gracias a un cierto contenido fisiológico en grasas, mientras que el pelo carente de brillo y pobre en grasas se asocia comúnmente con la fragilidad. Nada de ello tiene ninguna influencia en la caída del cabello.

¿Qué pasa entonces si el aceite o grasa se aplica sobre el cuero cabelludo? Puede llegar a la parte no visible y viva del cabello (la raíz) y tener efectos curativos? No es así. La piel es una barrera firme que el aceite no puede traspasar; y esto todavía es más difícil para sustancias o moléculas bioactivas. La piel humana está evolutivamente diseñada para no dejar pasar todo lo que nos rodea al interior del organismo. En el peor de los casos, un tratamiento con grasas o aceites puede incluso dar problemas en la epidermis, ya que los productos, si no se eliminan mediante la higiene corporal, pueden taponar los poros y crear granos e infecciones locales que podrían tener un efecto nocivo en las raíces capilares a causa de la irritación.

Otro método muy extendido para estimular el crecimiento del pelo lo hace de forma completamente opuesta. Se trata de desengrasar el pelo mediante jabones, alcohol o mediante soluciones alcalinas o ácidas. Es importante apuntar que el tratamiento superficial del cuero cabelludo con químicos agresivos, a menudo sin duda con alcohol de alta graduación, no deja de tener consecuencias en la piel y con ella en la salud. Además de que, dependiendo de la dosis, el alcohol puede resultar cancerígeno, una propiedad común de ácidos y bases es que pueden destruir la forma fisiológica de las proteínas (desnaturalización). Esto tiene un efecto imprevisible en el metabolismo de la piel y además, ciertas soluciones especialmente alcalinas o ácidas pueden causar abrasiones. Si estas soluciones entran en contacto con los ojos, también puede perderse la vista.

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Bulbos

Tanto en el mundo occidental como en Oriente, el ajo y la cebolla se contemplan desde hace mucho como un remedio casero contra la caída del cabello. Es muy probable que esto se deba a que, como en el caso de los aceites, ambos se cuentan entre los productos más antiguos de la Humanidad. Existe por ejemplo una receta que propone conservar media cebolla en aguardiente y aplicarse el producto sobre el cuero cabelludo.

Es cierto que cebollas y ajo pueden tener un efecto sobre el cuerpo humano, lo cual queda revelado por el olor que despide una persona que ha consumido grandes cantidades de estos vegetales. No obstante, no es lo mismo el consumo que su uso tópico. Las reacciones características del olor a ajo no se producen durante su uso tópico, ya que la sustancia no penetra y queda en el exterior. Lo mismo es válido para las cebollas.

En un tratamiento con cebolla o ajo, por lo demás inefectivo, se debe de tener mucho cuidado de que los componentes no entren en el ojo, ya que los enlaces químicos contenidos en estos productos son más o menos irritantes para los ojos y mucosas. Esto debería tenerse especialmente en cuenta si se ha macerado antes la cebolla en alcohol de alta graduación. Un tratamiento así puede además alterar el equilibro de hidratación natural de la piel, desecándola. La piel puede secarse, agrietarse, y rasgarse si se fuerza. Se pueden producir irritaciones y en el peor de los casos, cicatrices antiestéticas.

No obstante, hay que tener en cuenta lo siguiente: incluso si las cebollas y el ajo no tienen efectos en una pérdida eventual del cabello, sí hay buenas razones para consumirlos: por una parte, son parte tradicional de la cocina de todas las culturas y por otra parte, hay indicios de que el consumo de ajo puede reducir el riesgo de arterioesclerosis.

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Otros tratamientos vegetales

Hay otros métodos que recomiendan tratar los cabellos con todo tipo de hierbas y frutos, entre ellos, la salvia, el tomillo, las bayas de enebro, el romero, la lapa, la ortiga, el fenogreco y el cálamo aromático. También se menciona la cáscara de limón. No obstante, no hay pruebas de la eficacia de estas plantas, quizás por los mismos motivos que el en caso del ajo y la cebolla. Lo que sí está muy bien documentado son los riesgos que se derivan del consumo de algunas plantas o partes de ellas. Por ejemplo, la asarona, sustancia contenida en el cálamo aromático, tiene efectos mutagénicos, cancerígenos y tóxicos para la reproducción.

Lo mismo es válido para la utilización de un aceite en concreto, el aceite de crotón. Este se obtiene del árbol del mismo nombre y se ha utilizado en la llamada medicina popular como un remedio casero, especialmente contra las molestias digestivas. En algunas enciclopedias médicas actuales se recomienda para combatir la alopecia. Además de que se ha demostrado que este aceite daña los genes y puede contribuir a la formación de tumores, el tratamiento tiene otro efecto muy indeseable: al poco de entrar en contacto con la piel, el aceite produce irritación y picor. El efecto depende de la concentración y de los otros componentes de la mezcla en particular. Experimentos con animales han demostrado que el contacto con el aceite desencadena una reacción de irritación que hace que los granulocitos se desplacen a las capas externas de la piel. Incluso si la reacción remite a las 30 horas, el aceite causa un daño permanente en los genes.

Hay otra sustancia, de origen principalmente vegetal, a la que también se le atribuye una estimulación del crecimiento capilar, la cafeína, que en su forma natural proviene principalmente de las bayas del café. La cafeína causa varias reacciones fisiológicas en el cuerpo humano al consumirla, y existe otro mito que afirma que su uso tópico fomenta el crecimiento capilar. No existen estudios en pacientes en los que se haya podido demostrar clínicamente el efecto de la aplicación tópica de cafeína. Hay algunos estudios que han investigado los efectos de la cafeína mediante ensayos modelo, pero no existen datos de este tipo para personas afectadas por la alopecia. Lo que sí se ha demostrado por el momento es que los champús y tinturas de uso tópico no son perjudiciales.

En resumen, se puede decir en cuanto al tratamiento de la caída del cabello mediante extractos vegetales que en el mejor de los casos no tiene ningún efecto sobre la alopecia y que no provoca otros efectos fisiológicos. En el peor de los casos, pueden resecar y fragilizar la piel, causar heridas superficiales, infecciones, cicatrices o incluso tumores. Por lo tanto es importante la cautela, especialmente en el caso de los preparados cuya composición no se conoce con exactitud.

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Tratamientos minerales

En esta categoría entran los métodos que usan minerales como el azufre o derivados del petróleo como el alquitrán. Sobre este tema debe decirse que en el alquitrán y otros derivados del petróleo hay sustancias potencialmente cancerígenas. No obstante, este tipo de métodos de tratamiento son bastante marginales y su modo de empleo no se describe con exactitud, por lo que parecen poco reseñables teniendo en cuenta su poco peligro potencial.

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La mosca española

En una conocida enciclopedia de medicina popular del año 1920 se recomienda emplear moscas españolas contra la alopecia “en forma de espíritu, jabón, pomada o cataplasma”. Este hecho merece una mención especial, ya que el coleóptero conocido como mosca española (Lytta vesicatoria) se recomendó durante siglos en varias partes de Europa como panacea de la medicina popular. Esto se debe a que la hemolinfa (la sangre de los invertebrados) del coleóptero contiene grandes cantidades de la sustancia cantaridina, utilizada desde la Antigüedad con diferentes propósitos. Hay indicios de que se utilizaba como afrodisíaco, tratando de conseguir una erección duradera que en ciertas circunstancias se hacía muy dolorosa, ya que se debía a una irritación masiva del tracto urinario. Por esta razón, la cantaridina es también perjudicial para los riñones. En dosis altas tiene también un efecto neurotóxico que puede causar la muerte incluso con pequeñas concentraciones. La única razón por la cual podría pensarse en utilizarlo como sustancia contra la caída del cabello sería que la cantaridina actúa como toxina irritante en su uso tópico y que causa necrosis e irritaciones, por lo que la recomendación podría basarse en que frotar el cuero cabelludo con la sustancia podría estimular la irrigación, fomentando el crecimiento. No obstante, no hay ninguna prueba empírica de ello, y teniendo en cuenta los riesgos potenciales de la cantaridina, se desaconseja cualquier tipo de experimento casero con la mosca española.

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Peinado excesivo

Hay algo que sí parece estar probado: para el crecimiento capilar es esencial que la circulación sanguínea y el abastecimiento en nutrientes del cuero cabelludo queden garantizados. Cualquiera podría estar de acuerdo con esto. Para fomentar el riego sanguíneo y estimular con ello el crecimiento de los cabellos también hay quien propone que un uso intensivo del peine en los cabellos podría cumplir esta función. Para conseguir un efecto máximo, las púas deberían tocar el cuero cabelludo. Sí, el riego y los nutrientes son esenciales, pero cualquier esfuerzo debería tener la finalidad de mejorar su abastecimiento de forma duradera. Una estimulación mecánica local y limitada en el tiempo no cumple esta función. Es más, si el peine se usa con fuerza, existe el peligro de daños superficiales, y también se pueden desgarrar los capilares, lo que llevaría a la formación de hematomas. Ambas cosas son poco deseables. Así pues, un uso excesivo del peine persigue el objetivo correcto con medios incorrectos.

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Cómo se puede tratar realmente la alopecia

Todo lo anterior habrá puesto de manifiesto que a lo largo de la historia de la Humanidad se han dado muchos y muy variados esfuerzos para detener la alopecia o incluso revertirla. A todas luces, los métodos presentados van, desde el punto de vista actual, desde lo ineficaz hasta lo dañino.

Para tratar una alopecia eficazmente y conseguir un resultado estético ambicioso para el afectado, es necesario aclarar en primer lugar las causas del problema. Para ello, hay que tener en cuenta muchos factores: si la caída del cabello la causa un medicamento o una alimentación deficiente durante un plazo prolongado, se puede eliminar esta causa en muchos casos y el crecimiento del pelo volverá a su curso normal por sí solo (alopecia reversible). Si la causa de la caída del cabello son cicatrices por un accidente, una operación o el ataque de un animal, el grado de desarrollo y proceso de cicatrización son importantes de cara a la intervención. También se tiene que tener en cuenta la edad del afectado: ¿resulta posible un progreso ulterior de la alopecia, que podría hacernos decidir otra forma de tratamiento?

Como pueden ver, es imposible hacer recomendaciones de tratamiento de carácter general si se quiere asesorar de forma responsable a los pacientes. Por esta razón, les proponemos lo siguiente: si sufren de alopecia y su calidad de vida se resiente por ello, no dejen de solicitar una consulta personalizada en nuestra clínica. Por supuesto, y en aras de un trato honesto y responsable, en esta consulta no solo debemos exponerles las posibilidades de un autotrasplante de cabello, sino también los límites de este tratamiento. Pueden contar con nosotros para cumplir con esto.

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