Introducción

Se puede cambiar de aspecto físico cambiando el largo del cabello, lo que supone una posibilidad de adaptar nuestro aspecto a diferentes modelos. Las otras dos posibilidades de cambio pasan por cambiar el color o la textura del cabello. En una peluquería se pueden cambiar las características biológicas de nuestro cabello. Para conseguirlo, el peluquero de hoy tiene diversas posibilidades. Las más importantes, de las que hablaremos ahora, son la coloración permanente del cabello, o la coloración de mechas, y la permanente, para rizar el cabello liso, o el alisado, para conseguir el efecto contrario.

Coloración permanente del cabello

Como hemos explicado al principio, el color natural del cabello queda determinado por los pigmentos capilares que se almacenan en la corteza del tallo. Éstos son visibles a través de la cutícula y prestan al cabello su tono natural. Hoy en día es posible cambiar el color de nuestro cabello por cualquier otro. Aunque la industria cosmética trata de desarrollar métodos de coloración “suaves”, la coloración en dos componentes es el método más empleado por los peluqueros para adaptar el color natural del cabello a los deseos de sus clientes. Para ello se emplean principalmente sustancias como el amoníaco, el agua oxigenada y el propio tinte.

Como hemos mencionado, la capa externa del cabello está compuesta por una serie de células escamosas superpuestas que constituyen una barrera contra la entrada de sustancias extrañas en el pelo. Para cambiar de forma permanente el color del cabello debe atravesarse esta barrera. Para ello se emplea amoníaco en forma de solución acuosa, que consigue que las escamas se levanten y abre así la estructura del cabello. De esta forma, la corteza queda al descubierto para su tratamiento. La coloración artificial suele tener a priori un color transparente o no corresponderse con el color deseado; éste aparece en contacto con el oxígeno o se consigue mediante un revelador, tarea asumida por el agua oxigenada, que destruye los pigmentos naturales del cabello, aclarándolos. Un tratamiento con agua oxigenada a secas provoca el llamado “rubio oxigenado”, un tono muy claro, casi blanco, en función de la concentración. Cuando la coloración artificial y el agua oxigenada se unen en el cabello, el tinte se oxida y se genera el color deseado. Por otra parte, el agua oxigenada se encarga de fijar químicamente la coloración activada en la corteza del cabello, lo que lleva a un cambio de color permanente. Puesto que el cabello no deja de crecer, las raíces deben teñirse más o menos a menudo para mantener el efecto. En este proceso de coloración participan también otras sustancias como los matizadores o los reductores, pero en general todas las coloraciones en dos componentes funcionan según el principio descrito.

Los peluqueros y sus clientes pueden elegir alternativamente métodos semipermanentes o no permanentes para cambiar el color del cabello. Éstos se basan en la coloración con camomila (tono amarillo) o henna (tono castaño).

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Cambio de la textura capilar mediante permanente y alisado

También es posible cambiar la textura del cabello en el peluquero. Este cambio puede ir de rizado a liso (alisado) o de liso a rizado (permanente). También en este caso el peluquero tiene a su disposición una serie de métodos para determinar la duración de este modelado del cabello.

En un modelado temporal, se humedece en primer lugar el cabello de manera que sea más fácil darle forma. Mediante el uso de calor seco de un secador se puede modelar el cabello hasta cierto punto en la forma deseada.

Para conseguir un cambio de forma duradero, se emplean de nuevo sustancias químicas. Para ello se rompen los enlaces de disulfuro, que prestan al cabello su forma, y después se vuelven a unir modificados. Se puede ver en la siguiente imagen.

La división y la conexión de los enlaces disulfuro en el cabello humano por agente de la permanente

La división y la conexión de los enlaces disulfuro en el cabello humano por agente de la permanente

Para cambiar su forma, en primer lugar se trata el cabello con un reductor. Hoy se emplea principalmente el ácido tioglicólico para ello, en una concentración de seis a once por ciento. Éste opera la reducción de los enlaces de disulfuro ilustrada más arriba, transformándolos en grupos -SH libres. Este paso se conoce también como desnaturalización del cabello. A continuación, se modela el cabello en la forma deseada. En el caso de la permanente, en este paso se utilizan rulos. Después se enjuaga el ácido tioglicólico y se aplica sobre el cabello un oxidante. Con esto se consigue que los enlaces de disulfuro se vuelvan a unir, manteniendo la textura modelada. Como oxidante se emplea a menudo también aquí agua oxigenada. Para evitar que el cabello se aclare pueden usarse otras sustancias de efecto oxidante. De esta manera se consigue adaptar la textura natural del cabello a los deseos del cliente.

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Consecuencias del tratamiento químico

Tal y como hemos explicado, en ocasiones en las peluquerías se emplean productos químicos muy agresivos para modificar el color o la textura del cabello. Al mismo tiempo, se expone el cabello a pH muy ácido y alcalino y también los lavados y secados excesivos maltratan el cabello. Este trato puede causar puntas abiertas en el cabello y, en el peor de los casos, puede incluso llegar a quebrarse, algo muy poco deseable desde el punto de vista estético.

Otro efecto no deseado que puede aparecer al teñir el cabello o al utilizar decolorantes es el de la coloración en áreas de piel por contacto con estas sustancias. Esto se debe a que la capa superior de la piel y de las uñas está compuesta por proteínas muy similares a las del pelo y por lo tanto es sensible a la coloración. Por esta razón se recomienda en general el uso de guantes de látex o nitrilo a la hora de manipular tintes o decolorantes.

Además, si estas sustancias extremadamente ácidas o alcalinas se emplean sin precaución, puede darse una irritación de la piel. Esto puede llegar incluso a dañar seriamente el cuero cabelludo, hasta el punto de estropear folículos pilosos y causar una pérdida de cabello permanente. Estas irritaciones dan paso a tejido cicatricial, que en el peor de los casos puede hacer necesario un autotrasplante capilar.

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Riesgos

En el tratamiento con los productos químicos descritos se dan también algunos riesgos para la salud que deben ser tomados en serio. En primer lugar, se deben manipular estas sustancias con extremo cuidado, ya que el agua oxigenada podría entrar en los ojos y causar incluso ceguera.

Un fenómeno muy extendido es el de las reacciones alérgicas que aparecen cuando los productos químicos entran en contacto con la piel. Éstas se manifiestan principalmente mediante comezones, enrojecimientos, ardor y malestar. A menudo estas reacciones se deben a una intolerancia al gluten, ya que muchos de estos tintes y decolorantes contienen gluten, que no necesita ser ingerido para causar una reacción alérgica; el contacto con la piel basta para desencadenar la reacción.

Un riesgo importante reside en que los tintes para el cabello pueden contener sustancias consideradas cancerígenas. Algunas coloraciones, por ejemplo, contienen acetato de plomo, que tiene toxicidad aguda y reproductiva. Algunos estudios vinculan ciertos ingredientes de las coloraciones con el aumento de las posibilidades de contraer leucemia, linfoma no Hodgkin o cáncer de vejiga. También se ha encontrado el agente mutágeno 4 aminobifenilo en coloraciones para el cabello. No obstante, hay que mencionar también que el potencial cancerígeno de los tintes capilares es objeto de debates y de muchos estudios científicos y que los resultados se contradicen en parte.

Por último, pero no menos importante, la fabricación de tintes es perjudicial para el medio ambiente y las sustancias contenidas en ellos, como la p-fenilendiamina o la toluene-2,5-diamina, se consideran muy contaminantes para el agua.

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